I wrote this post in 2009-10 (originally in Spanish), and have updated it slightly to take account of new realities in the Middle East. Unfortunately, a lot of the problems I talked about over ten years ago are still relevant today.
Todos conocemos, o al menos nos imaginamos, el tipo de sufrimiento que conlleva la discapacidad: un drama en el que nuestra salud, nuestro estado de animo y los obstáculos físicos se convierten en los barrotes de nuestra prisión. Ya antes de eso, ser mujer en Oriente Medio, discapacitada o no, no es tarea fácil. Nos vemos sometidas a una tradición familiar que nos esclaviza y nos relega a un segundo plano. Vivimos para servir a los hombres, y para parir y criar a sus hijos. Esa es nuestra misión en la vida. Y si a esto le añadimos una discapacidad, nuestra existencia cobra una dimensión todavía más dramática.
La mujer discapacitada tiene, sin duda, una doble discapacidad. Por un lado, el simple hecho de ser mujer; por otro, los obstáculos físicos. Resulta paradójico que se me trate como a una mujer mas de la región, pero que se me nieguen los pocos derechos que esta tiene en Oriente Medio. Como casarme, sin ir más lejos.
Pero déjenme explicarles todo esto con más detalle. Dentro de la casa, la palabra "familia" para una discapacitada pierde toda connotación de tranquilidad o seguridad. En muchos casos es precisamente todo lo contrario, porque es justo aquí donde comienza el desastre. La madre, la persona más cercana, la sobreprotege, hasta el punto de eliminar su personalidad. La discapacitada se siente débil e indefensa, y acaba por pensar que no existe otro mundo fuera del umbral de su casa. Por otra parte, el padre, los hermanos etc, no hacen sino reforzar la idea de que "es mejor que no salga para evitar que le pase nada". Parece como si fuera de la casa no hubiera más que una jauría de animales salvajes esperando a la discapacitada. No resulta sorprendente que, al final, la discapacitada no se haya atrevido a ir a la escuela, y que, entre otras cosas, no sepa ni siquiera leer. Si no fuera por la acuciante pobreza de la mayoría de las familias en mi región, se podría plantear el traer a algún profesor o profesora a casa. Pero hablamos de familias analfabetas en su mayoría: ni se les ocurre pensar que su hija pueda ser una trabajadora en el futuro. Detrás de todo esto subyace la idea de que la mujer en Oriente Medio no es más que una empleada del hogar. Su futuro es inconcebible fuera de las cuatro paredes de este, y sobre todo de las de su cocina. Y cuando se trata de una mujer discapacitada estamos hablando de una persona que no sirve absolutamente para nada.
En parte las costumbres de los pueblos de Oriente Medio son responsables de la difícil situación de la mujer, pero también los gobiernos tienen gran culpa de todo ello. En el caso de las personas con discapacidad se habla sobre el tema y se hacen planes, pero en muchos casos están alejados de sus necesidades, ya que, generalmente, no se les consulta a la hora de redactar las leyes. Por lo tanto, rara vez se llegan a eliminar las barreras físicas en las escuelas, ni se aportan medios para los alumnos invidentes o sordos… El resultado de todo esto es que la mujer discapacitada sigue estando en franca desventaja con respecto al resto de la sociedad. Se la sigue viendo como a una mujer sin fuerza, como una presa fácil para los lobos.
Todavía no sé quién determina las convenciones que nos esclavizan a todas las mujeres. Para la mayor parte de la gente de Oriente Medio, la virtud que más se valora de una mujer es que sea atractiva, por encima de sus capacidades personales, intelectuales, artísticas, humanitarias… La mujer bonita es aquella que puede bailar ante el novio, que le gusta que la miren…esa es la mujer perfecta. Pero, ¿quien ha decidido todo esto?
Somos víctimas de los prejuicios sociales. El hecho de ser discapacitadas nos borra automáticamente de la lista de las mujeres "bonitas". De repente, nosotras no podemos bailar, ni seducir, ni resultar atractivas para los demás. Tenemos la calificación antes incluso de acabar el examen. Y vuelve a ser esta mujer la que se acaba creyendo esta idea. Algunos tímidos intentos por parte de algunos gobiernos para cambiar esta concepción de la mujer discapacitada como una mujer “incompleta” han tenido escaso éxito en Oriente Medio. Algunas escasas telenovelas llegaron a incluir a una mujer discapacitada entre sus protagonistas, lo que creó muchas expectativas en las espectadoras con discapacidad que veían estas telenovelas: suponía un avance el presentar a la opinión pública a mujeres discapacitadas que se enamoraban y tenían una vida supuestamente normal. No obstante, el resultado final era bastante desalentador porque en todas las telenovelas, la protagonista conseguía curarse de su discapacidad antes de poder casarse felizmente. Y como ni yo ni muchas otras conseguiremos superar esta barrera física que nos diferencia de las demás, nunca podremos ser una copia de estas protagonistas que finalmente consiguieron llevar lo que la mayoría de la gente considera una vida “normal”. Por lo tanto, lejos de mejorar la opinión pública sobre las mujeres con discapacidad, estas telenovelas les hicieron un flaco favor. Nosotras queremos que se nos respete tal y como somos, ciegas, sordas, en silla de ruedas, bajitas, con discapacidad mental… y que se respeten nuestros derechos.
Me acuerdo de que, en mi pueblo, las mujeres caminaban hasta un manantial para fregar los platos. Con el paso de los años, el agua llegó hasta las casas, y las mujeres lavaban en el jardín, a la sombra de un árbol. Hoy tenemos lavaplatos, un avance tecnológico que ha igualado a mujeres discapacitadas con las que no lo son. Lo que quiero decir con todo esto es que, con tecnología y con una voluntad real para adaptar el entorno físico, podemos conseguir que las personas discapacitadas se desenvuelvan con total normalidad. Pero volvemos al eterno factor: ¿tienen todas las mujeres los medios económicos para conseguir esto? La respuesta es fácil. Integremos a la mujer discapacitada en el mundo laboral. Para ello será imprescindible que los gobiernos adopten las medidas oportunas. Algo que, lamentablemente, rara vez ocurre en Oriente Medio. La visión de los gobiernos en esta parte del mundo es la de "cuidar inválidos", en vez de ayudar a formar personas autónomas e independientes. Es imprescindible pues aprobar leyes que se cumplan, independientemente de que los gobiernos cambien o no. Sin ir más lejos, en Siria se ha aprobado una ley que contempla un apartado para las personas con discapacidad. Se discrimina positivamente a la mujer discapacitada con respecto al hombre en aras de que pueda desarrollar una vida perfectamente normal. Pero, como he dicho antes, esta es la teoría, porque nunca se lleva a la práctica. Estas leyes fracasan principalmente porque a la hora de redactarlas no se consulta a los propios discapacitados sobre sus necesidades y se está muy lejos de elegir lo que realmente es más útil para ayudar al colectivo. La única excepción en Oriente Medio son los núcleos urbanos más importantes de Turquía, pero la realidad de sus pueblos es la misma que la del resto de la región.
En mi caso, yo fui la primera mujer con discapacidad que accedió a la Universidad de Alepo. El edificio no estaba preparado, y a día de hoy sigue sin estarlo. Fue muy duro al principio, porque me sentía discriminada en ocasiones, y utilizada en muchas otras. Afortunadamente, he conseguido hacerme respetar por mis compañeros. Hoy sigo siendo mujer, discapacitada, pero trabajadora.
No obstante, los obstáculos físicos no son, ni de lejos, el mayor de nuestros problemas. En Oriente Medio, la propia familia se encarga de asesinar a la mujer que ha mantenido relaciones sexuales fuera del matrimonio. Es lo que se conoce como "crímenes de honor". Y, como no, la mujer discapacitada vuelve a encontrarse en clara desventaja respecto a las demás. Aquellas que están en silla de ruedas, o que son ciegas, o que tienen alguna minusvalía psíquica, son presas aun mas fáciles de cualquier violador. Quiero recordaros que las mujeres discapacitadas de Oriente Medio no tenemos derecho a casarnos. Esto se ha decidido según las costumbres de los pueblos de Oriente Medio pero no está apoyado ni por las leyes ni las religiones. Toda relación sexual de una mujer discapacitada, consentida o no, se castiga con la muerte. En cambio, los violadores y los asesinos salen generalmente libres de culpa.
Recuerdo el caso de una niña de 11 años de mi ciudad, Alepo. Tenía una minusvalía psíquica de la que se aprovecharon los hombres del edificio en el que vivía. Bajaban a la niña al garaje, donde era violada prácticamente a diario. Y así durante meses. Debido a su discapacidad mental, esta niña apenas era consciente de lo que sucedía. Por supuesto, acabó embarazada, lo que llevo a su padre a asesinarla para "limpiar el honor de su familia". Ninguno de los violadores fue a la cárcel ni recibió castigo ninguno. Es más, me consta que muchos de ellos disfrutan hoy de una vida de casados "normal", con hijos, etc.
Otro caso entre miles es el de esta niña iraquí a la que se le abultó el vientre. Pensando que había quedado embarazada, su familia la ejecutó como procede en estos casos. La autopsia revelo que no era un embarazo sino un cáncer lo que había hinchado su tripa.
En Palestina e Irak, la guerra trae consigo un reguero de violaciones a mujeres indefensas. Este hecho es sabido por la opinión pública, pero lo que se desconoce es que la mayor parte de las mujeres violadas durante de las guerras son también discapacitadas. Pero no sólo son violadas, las mujeres con discapacidad mental también son utilizadas como portadoras inconscientes de bombas que arrasan con las vidas de muchos otros y de ellas mismas. Esta imagen que se ofrece al exterior como “terroristas suicidas” no ayuda en absoluto a mejorar la opinión sobre la mujer discapacitada en Oriente Medio.
Esta es la realidad de los crímenes de honor en nuestros países. Son miles de casos cada mes, pero no existen datos oficiales. Nunca se habla de ello. Se silencian las violaciones a las mujeres discapacitadas porque se tiene miedo de lo que la gente de la calle opine sobre las familias de las violadas. Se prefiere matar a la víctima en secreto en vez de perseguir a los culpables y con eso ”limpiar” el honor de la familia. Las víctimas de violación son entonces consideradas en cierta medida culpables del crimen que reciben.
Si se aplicara el código penal tan solo una vez, serviría de revulsivo para actuar sobre todos y cada uno de los casos. Además, el violador tendría un doble castigo por violar a una mujer que es discapacitada. Lamentablemente, esto no ha ocurrido todavía.
Otro capítulo de nuestro drama en Oriente Medio es el de la guerra. La estela de discapacitados que dejan tras de sí el conflicto en Palestina, Turquía, Irak, Líbano, etc, es su efecto más inmediato. Es precisamente este último país el que más ha avanzado en la atención a los discapacitados. Y lo mismo está ocurriendo en Irak, donde la intervención de ONGs occidentales está consiguiendo algún que otro avance. No obstante, sospecho que ninguna de estas acciones va a cambiar la realidad de las mujeres discapacitadas. Nuestros obstáculos son más de mentalidad que las meras barreras físicas a las que nos enfrentamos a diario.
La guerra y el conflicto endémico en Oriente Medio se añaden a estos problemas. Las guerras civiles en Siria, Libia y Yemen han causado muerte, destrucción, abriendo heridas que no hacen sino aumentar el número de mujeres discapacitadas. Las consecuencias económicas de esta destrucción también han golpeado duramente a mujeres discapacitadas con la merma en los campos de la educación y el empleo.
La Primavera Árabe, que ofrecía tantas promesas de derechos y democracia en toda la región, fracaso y provocó un aumento del autoritarismo y la represión. Garantizar los derechos más básicos está más lejos que antes en casi todos los países
Más allá de su impacto en la política, la Primavera Árabe provocó muchos cambios sociales, aunque no necesariamente positivos. Si bien en algunos países las mujeres son más respetadas que antes, en otros contextos, particularmente aquellos que sufrieron por ISIS, los derechos de las mujeres se han estancado o se han quedado atrás. De hecho, en los territorios controlados por ISIS, muchas mujeres fueron retenidas como esclavas, particularmente aquellas con antecedentes kurdos o yezidíes; se deshumanizó por completo a las mujeres y se afianzó su sumisión a los hombres.
La situación económica en el Medio Oriente apenas ha cambiado y se ha mantenido estancada desde la Primavera Árabe. El crecimiento impulsado por el petróleo ha cesado en gran medida, incluso en países no afectados por los conflictos. Las oportunidades de trabajo son extremadamente limitadas y las tasas de desempleo son altas, incluso para las clases socialmente más privilegiadas y los hombres sanos. Debido a los prejuicios relacionados tanto con el género como con la discapacidad, las discapacitadas tienen las tasas de desempleo más altas de la región.
Como he dicho al principio, resulta muy frustrante conocer el problema pero no la solución. Necesitamos más ejemplos de mujeres discapacitadas que han superado estos obstáculos, que se escuche nuestra voz, y que sirva de referente para todas aquellas que se sienten prisioneras de por vida. Necesitamos ayuda económica, social, en la escuela, etc. Pero, sobre todo, necesitamos creer que, realmente, podemos transformar nuestra realidad.
Chavia Ali
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